martes, 7 de octubre de 2008

¿Usted cree en los unicornios?

buen, dejo un cuento q tuve q hacer para lengua y literatura, me saqué un 9 pq me corrigió algunas cosas q no estaban mal NJ

buen, no se si esta era la versión definitiva del cuento pero es la q encontré ahora, asi q es posible q tenga algun q otro error



Dígame, ¿usted cree en los unicornios?, ¿usted cree que existe el verdadero amor? Yo si, creo tanto en que voy a poder encontrar a mi amor ideal a la vuelta de la esquina como poder encontrar al entrar a mi departamento un equino mitológico.
Mi gran problema siempre fue poder concentrarme en las clases de la escuela. Todo el día me lo pasaba garabateando en mi carpeta distintos seres mitológicos, pero desde muy pequeño descubrí una gran admiración hacia los unicornios: una especie de caballo blanco, con patas de antílope, barba de chivo y un magnífico cuerno en su frente con cualidades curativas y con la capacidad de hacer al unicornio o a su portador muy longevo, por lo que era codiciado por muchos nobles de la edad media. Claro que al pasarme horas dibujando desde pequeño, mis dibujos alcanzaron tal perfección, que según mi madre, algunos parecen estar casi vivos.
Un caluroso día de marzo, cuando comencé el cuarto año del perito mercantil y me reencontré con muchos compañeros luego de unas largas vacaciones, noté algo distinto en el ambiente del aula. Observé cuidadosamente hacia un lado y el otro, pero solo veía caras conocidas. Recién cuando nos sentamos y el preceptor tomó lista me di cuenta de que faltaba alguien. Estaba cuatro apellidos antes que yo en la lista, no la habían nombrado ni se había presentado a clase. En el primer recreo su mejor amiga me confirmó lo que temía. Ya no iba a asistir más a la escuela, su padre había perdido el empleo luego de un accidente en una fábrica y ya no podía pagar la cuota del colegio.
Casi todos sabían que yo estaba enamorado, en un secreto bastante publico, de ella desde el primer año. Nunca había tenido el valor para poder decirle lo que yo sentía por ella, pero los chismosos del curso lo dieron a conocer antes de que haya tenido alguna oportunidad. Luego todo fue empeorando. Se sintió muy avergonzada al conocer la noticia. Algunas amigas me decían que yo también le gustaba, otras que no, algunas me decían que le gustaban mis dibujos y me aconsejaron regalarle uno. No tuve mejor idea que dibujarnos a los dos en una pradera, con un imponente unicornio por detrás y dejárselo cuidadosamente doblado dentro de su mochila. Al día siguiente antes de que suene el timbre de inicio de clases me agradeció por el dibujo, me dijo que yo le parecía lindo y simpático, pero que le daba vergüenza que salgamos porque pensaba que sus amigas la burlarían. Quedé con el corazón roto después de ese día y aún hoy me sigo lamentando no haberle dicho algo, cualquier cosa que me hubiese ayudado a hacerla cambiar de idea. Pero la historia no fue así, y cada uno siguió con su vida, aunque claro, nos encontrábamos todos los días.
A lo largo del año fui sintiéndome cada vez mas vacío y me di cuenta de lo mucho extrañaba. Les pedí más datos a sus amigas pero no me los quisieron dar. Todos me notaban ausente y triste. En un momento hasta perdí el interés por dibujar. Fue entonces cuando sentí que necesitaba volver al dibujo para sacármela de la cabeza.
Fui a la biblioteca del Congreso con la idea de juntar información o laminas acerca de los unicornios. El colectivo me dejó a dos cuadras y camine. Llegué a la esquina, doblé y no pude creer lo que vi. Era ella, estaba saliendo de la biblioteca con algunos libros bajo el brazo. Emocionado me apresuré a saludarla. Intercambiamos un par de de palabras, le pregunte como le estaba yendo en la nueva escuela, si su padre había conseguido empleo y que hacia en la biblioteca. Cuando terminó de contarme le comenté que estaba buscando información acerca de unicornios. Inmediatamente se ruborizo y me dijo que aun guardaba el dibujo que le había hecho hace ya varios años. Me aseguró lo mucho que lamentaba la respuesta infantil que me había dado en ese momento y me pidió perdón por si me había herido o molestado. Le aseguré que no tenia por que disculparse ya que había pasado mucho tiempo. Me explico que tenía que volver a su casa para terminar una tarea. Entonces casi sin pensarlo, intentando redimir ese error que había tenido la vez que me quede sin decirle nada, le dije: “podríamos llegar a encontrarnos alguna vez, digo, ya tus compañeras no te van a burlar mas si llegamos a salir algún día”. Ella se sonrió tímidamente mientras me miraba. Me dijo que el viernes nos podíamos encontrar en la biblioteca porque tenía que devolver los libros que había retirado.
No precisé entrar a la biblioteca, ya sentía que me había vuelto toda mi pasión tanto por los unicornios como por el amor. Me volví a la parada del colectivo y viajé hacia mi casa. En el trayecto comencé un dibujo que le regalaría el viernes cuando nos reencontremos. Era una pareja de unicornios junto a un arroyo en un bosque.
Bajé del colectivo y caminé hasta mi casa. Subí a mi departamento, fui a mi pieza y cuando entré no pude creer lo que vi…

jueves, 14 de agosto de 2008




ok, si, estoy al pedo

cuando pinte comienzo a poner cosas posta

hasta entonces...