martes, 4 de octubre de 2011
El hecho es que me encontraba perdido. El indefinible momento de sueño o lucidez, aunque siempre tan efímero. Repentino grito de alerta y la improvisada puesta en escena, falsa y confusa, y te confundo con mi camisa colgada. Me tumbo y se enciende la oscuridad, otra vez al pasto con vos y un sol de papel que no calienta, solo ilumina de blanco azulado, en ese mar de gente, todo con su textura de frazada de lana, sabana sucia y transpirada. Era gracioso verte, porque este mundo se manda con lo meramente autentico y genuino, no existen los dobles sentidos ni las barreras de la neurosis y entonces por diez minutos nadie me manda a hacer nada, aunque la apreciación más correcta sería que nadie me manda a no hacer las cosas, y acelero en una cuesta abajo tomandote con ambas manos, si acá no importa que no tome el manubrio, acá donde nadie intenta hacernos daño, mientras cortamos el viento como una lanza, y nos emocionamos casi hasta las lágrimas en otro beso de Parque Patricios, pero sin embargo eso no importa, porque lo más importante y hermoso es que no podes siquiera intentar boicotearme, porque en la lucidez de todos los días vos te volviste una experta en la destrucción y en ser la misma infeliz creando ficción para esquivar con una tramposa finta la vida, pero en los mundos paralelos, que algunas veces resultan ser bastante más cuerdos, nadie puede creer semejante atrocidad, y todos ríen a carcajadas con tu, aunque planificada, hipócrita verborragia. Entonces me abrazas bien fuerte, y me veo rodeado de mis amigos, donde todo es felicidad y verdadera amistad en estado puro, denso y dulce como la melaza, y estas vos con tu sonrisa y tu tendencia natural a la belleza, y el con sus pecas, el chino con un vaso lleno de fernet con coca en la mano y la otra en el hombro de tu hermano del alma, aquel con los cortos de fútbol y los botines, el gesto de amor de tu viejo y el incomparable abrazo de mamá. Es una mezcla infalible, el cóctel más hermoso que jamás vas a poder disfrutar, las lágrimas del amor correspondido. Es entonces cuando pensas que en algunos sueños resultas ser un tanto resentido y agresivo, mientras la bajada se termina, tu beso se corta y la patética figura de ella se desfigura, donde volves al mundo que pone en duda respecto a creer la primer atrocidad que un grupo de horribles mentes en búsqueda de expandir la frontera de su insatisfacción inyectando sufrimiento en algunas cabecitas un tanto ilusas, perdidas en el mundo de lo efímero, creyendo que uno nació para amar y enamorarse, y te levantas, te vestís, vas al baño y te mojas la cara, y miras al espejo sin saber que en realidad estás ahora, porque te miras y no comprendes qué imagen que refleja. Después de todo que importa, hay días en que todos los mundos saben enamorarte, más porque ella está en todos.
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