-El cielo no ayuda... -dijo luego de un pesado soplido- pero dale, arranquemos que debemos aprovechar que es domingo.
Lucas apareció lentamente. Asomando por una de esas subidas de asfalto del parque Lezama, como pasarelas entre gigantes arboles y pasto verde. A paso lento, con la curiosidad que casi le escapaba de los ojos, siempre atentos a todo, solo distraído de a momentos por los tirones de la correa de su perra, la Negrita. Ella era otra cachorra que descubría el mundo junto a Lucas, en ese mar de olores y figuras, bajo ese cielo monocromático. Lucas, que lo inspeccionaba todo, ya nos depositaba gran atención desde el momento en que el parque nos había coincidido, no se si por mi guitarra o por tu pelo negro, su perfume o tus profundos ojos.
La negra se sentó tranquila a nuestro lado, fiel compañera que tomó el descanso de Lucas que la traía corriendo y paseando hace horas, y el muchacho se presentó, suave y tímido, rompiendo el hielo con dos preguntas, una pedido y dos declaración, casi sin esperar respuesta de ninguna, solo por expresarse:
-Eso es una guitarra?.. Tocate un rockanroll.. Es muy linda ella.. Es tu novia?