jueves, 19 de mayo de 2011

una muestra de -horrible- verborragia

Fue entonces cuando no pudo aguantar más y la gravedad venció.
Bailate uno más conmigo -le pedía a la gringa- que si ni van a ser las once


entonces los pajaritos que volaban
entonces miles de partículas que se desprendían
llenando todo el aire de Avellaneda
con tu boca que me muerde
tu sonrisa que me dice hola, te quiero
un sol enorme que pinta de amarillo
una luna enorme en medio de la selva
vos con los pies apoyados en el medio

llovía a cántaros y llegaste con tu saco de feria americana, y el maquillaje corrido -te odio- y me miraste con cara de asco -basura- y te regalé un caramelo que lo comiste cómo si fuese tu obligación, y tenías arena en la boca, y tenías la piel áspera cómo un cocodrilo -arpía detestable- mientras me vomitabas todo lo gris de tu vida, todo lo oscuro y toda esa mierda -con qué necesidad pedazo de monstruo?- y yo que iba a verte un rato, y llevarte una campera seca

y todo se tiñó de rosa y era tan gracioso
entonces tu respiración se volvía mi piel
con tu sonrisa, mi aire, lo tibio del ambiente
la risa que volaba, y lo implícito atado al amor
mientras explotaba en miles de particular
y llenábamos la zona sur
cuando desaparecían las hojas del otro otoño
mientras nos pintábamos de mil colores entre el asfalto de Congreso
mordeme un ratito más, quedate toda la tarde eterna